Creo que cada momento de cada día nos enseña algo, pero hay momentos en nuestra vida que nos marcan de una manera muy grande...
Hola, me llamo Matilde y tengo 16 años. Hace algún tiempo hubo un tema para mi tarea de italiano: "escribir sobre una experiencia que te ha enseñado algo" y he decidido compartirlo con todos y no solo con mis profesores. La tarea consistía en contar una experiencia de la que había aprendido una lección importante.
Creo que cada momento de cada día nos enseña algo, pero hay momentos en nuestra vida que nos marcan de una manera muy grande, para bien o para mal. La experiencia que elegí es una que tuvo lugar el verano pasado, el verano de 2019. Fui en una peregrinación a Jerusalén con Manos sin Fronteras. Había cien personas de diferentes partes del mundo, y considero a muchos de ellos mis amigos.
Antes de comenzar, debo decir que Manos Sin Fronteras es una organización internacional que promueve el bienestar y no tiene vínculos religiosos.
Entonces, ¿por qué fuiste a Jerusalén? "Vacaciones" sería un término incorrecto, pero me gustaría destacar que es un lugar sagrado para 3 religiones. ¿Una persona tiene que ser politeísta para visitar Grecia y ver templos griegos? No, de la misma manera que MSF no es una asociación religiosa.
Habiendo dicho eso, ¿por qué fue este viaje tan especial? Para empezar, los lugares en sí son hermosos, pero había estado allí unos años antes. Esta experiencia fue aún más única porque he tenido el privilegio de usar el "Chaleco".
Son unos chalecos verdes reflectores con el logotipo de la asociación (y el nombre) en la parte posterior. Durante el viaje, no solo la prenda en sí se conoce como chaleco, sino también las personas que la usan.
¿Qué significa usar el chaleco? es ayudar. Quienes desempeñan el papel de chaleco están allí para ayudar y apoyar. Mientras la gente camina, uno se parará en una curva, por ejemplo, para evitar que las personas tomen el camino equivocado. Mantienen al grupo unido, cuentan a las personas en el autobús, para asegurarse de no perder a nadie. Si alguien necesita ayuda, los chalecos están ahí.
Experimenté el viaje de una manera diferente, en un sentido positivo. Es difícil explicar lo que sentí, hay más responsabilidad de ayudar a los demás. Si te das cuenta del trabajo que haces durante el viaje, comprendes lo que otros han hecho por ti en otros viajes.
Tengo que agradecer a La Jardinera, la fundadora de MSF, por esta increíble oportunidad, ella es quien elige quién usa el chaleco.
No puedo explicarme mejor que eso, cuando pienso en este viaje, me hace sonreír. Espero que puedas experimentarlo algún día también.
¡Nos vemos en el próximo viaje!